Reseña biográfica de

D. Santiago Miñambres Almaraz.
Cofundador del Fondo de Evangelización.

 

        A los 29 años se casó en Salamanca con doña Paquita Prieto Pacheco, con la que estuvo unido durante casi 70, hasta que, próximo a cumplir los 100 años de edad, el Señor le llamó a su presencia, en Linares, en el Hogar de Ancianos de La Granja. Ella le sobrevivió algún tiempo más.


    Corto de estatura pero fuerte de carácter, vivaracho, esforzado, correcto en el trato y además, largo de años. Y cien años, dan para mucho, a los que “redimen el tiempo”, otra de sus expresiones favoritas. Seguramente por eso se lo dio el Señor.


    Además de una importante vida profesional, como agente comercial, fue durante más de 50 años anciano de la iglesia de la Calle de Trafalgar, en Madrid, junto a hombres de Dios como D. Juan Biffen, o D. Tomás Rhodes. Aprovechó sus viajes y las ocasiones que tuvo para mantener contactos con las distintas iglesias de las ciudades y pueblos por los que viajaba, estableciendo estrechos lazos de amistad con hermanos y responsables, personas que marcaron una época porque marcaron un estilo de vida, y que le sirvieron para conocer de primera mano la Obra Evangélica, especialmente de las AA.HH.


  Habiendo conocido el evangelio en Galicia, mantenía especiales relaciones con los hermanos allí, donde, además, posteriormente solía pasar la mayoría de sus vacaciones.


    Su amor y preocupación por los Obreros del Señor nacionales, que habían salido a la Obra en los tiempos duros de postguerra, (la nuestra y la otra) le llevó en Enero de 1949 a dirigir una carta circular a las iglesias llamándolas a la responsabilidad y privilegio en el sostenimiento de dichos obreros. Por entonces eran 5, Celestino Puente, Abdón González, Cecilio Fernández, Vicente Rodríguez y Mariano San León, que habían dejado sus trabajos seculares, para servir al Señor, sin más apoyo que el Suyo y su confianza en Él, y el de las iglesias que los habían encomendado. El contenido de dicha carta lo reproducimos por su interés, en el siguiente enlace: carta circular 1949.


    Los firmantes fueron D. Edmundo Woodford y D. Santiago, y fue el primer paso para que en Octubre de ese año se constituyese el Fondo de
Evangelización. Asumiendo él mismo la administración, en el piso de Raimundo Fernández Villaverde y, ayudado por un joven Manuel Campelo, que pasados algunos años le sustituyó como consejero administrador.


    Su preocupación e interés por los obreros le llevó a mantener contacto permanente con ellos, por carta y por “giro postal”, hasta que los más de 90 años y las escasas fuerzas se lo impidieron. Junto con Doña Paquita, su esposa, puso en primer lugar los intereses del Reino de Dios, viviendo de forma austera por debajo de sus posibilidades, para así dedicar al Señor su patrimonio, realizando donaciones importantes en vida y legando el resto de sus bienes a distintas obras entre nuestras asambleas.


    El 16 de Enero de 1998, a los 99 años, que es más de “la edad de los más robustos” pasó a vivir en eternidad, este hombre del que “lo menos que podía decirse de él es que había sido un hombre de Dios singular”.


  (Recopilado de E.C.Núm 182 y algunos recuerdos personales).

 
 SANTIAGO MIÑAMBRES

    Cuando algunos le conocimos hace más de 45 años ya llevaba 11 de rodaje el Fondo de Evangelización. Y recordamos aquello de “gente menuda”, calificativo con el que se dirigía cariñosamente a nosotros, que por entonces éramos chavales de 7 años.

    Nació en Salamanca el 6 de Octubre de 1898, en el seno de una familia numerosa, y de recursos escasos. Fue un año que marcó a toda una generación. El año de la pérdida de las colonias, y la economía arrastró la hecatombe política y militar de finales del XIX. Pronto tuvo que buscarse sus propios medios de vida, lo que le llevó a Galicia, donde se convirtió al Señor a la edad de 17 años en Marín. Posteriormente trabajó en Bilbao en la librería fundada por un tío suyo, Librería Miñambres.

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SANTIAGO MIÑAMBRES

      Le recordamos tocando con un elegante sombrero o sentado en el segundo banco de la derecha, delante, en Trafalgar, “con su querida esposa”, frase típica de él. Y alguna participación de domingo por la mañana, como aquella de “las canastillas vacías” que nos llena el Señor cuando venimos a adorarle.