Fernando Pujol Rosell y Doña Encarnación Fernández

FERNANDO PUJOL ROSELL

  Fernando Pujol nació en 1920 en un humilde hogar de “payeses” al pie de la montaña de Montserrat en la provincia de Barcelona. Fue el último de cuatro hijos. Su escasa formación estuvo a cargo del cura del pueblo. La guerra del 36 fue muy traumática para los jóvenes de entonces. Casi al final de la misma fue movilizado perteneciendo a la quinta del biberón. A todo ello se añadió que durante la misma él perdiera, por causa de enfermedad, a sus padres.

  Terminada la contienda, hizo un esfuerzo para formarse. Así consiguió entrar a trabajar en una entidad bancaria. En la misma se encontró con un compañero que aprovechaba los momentos de poco trabajo para leer siempre un mismo libro de tapas negras. Llevado por la curiosidad le preguntó de qué trataba aquel libro por el que mostraba tanto interés y Federico Sancho -que así se llamaba su compañero- aprovechó la ocasión para exponerle el Evangelio. Invitado a acudir a los cultos de domingo que a la sazón se celebraban en la casas, después de la tercera vez, en la quietud de su habitación, se entregó al Señor.

  Federico le había proporcionado una Biblia. Empezó a leerla con avidez, actividad que no ha dejado a lo largo de su dilatada vida.

  De aquella época de juventud en la Asamblea de la Avda. Mistral (entonces Avda. Milans del Bosch) de la que pasó a ser miembro, él mismo recordaba, pasados los años, el nombre de hermanos que le fueron de mucha ayuda, como Federico Sancho, Julián Casado, Miguel Valbuena, Tomás Gracia, Juan Solé y Juan Federico (todos ellos, menos el último, ya con el Señor). El 5 de Diciembre de 1946, contrajo matrimonio con Encarnación Fernández, celebrándose la ceremonia en dicha asamblea. Tuvieron tres hijos: Daniel, Raquel y Carlos (éste también ya con el Señor).

  En Octubre 1949 se inauguró la Asamblea en c. Pinar del Rió, de la cual formó parte del primer consejo de ancianos, continuando en él hasta el año 1998. El 2 de Diciembre de 1950 fue encomendado a la Obra a tiempo completo con el apoyo de todas las asambleas de Barcelona. La suya fue una salida por fe, siendo los primeros años difíciles para la familia –en muchos órdenes, que no sólo el económico- pero ellos se mantuvieron confiados en el Señor y nunca dejaron traslucir sus preocupaciones a los hijos. En 1970 inauguró en c. Santapau, juntamente con el resto del consejo de ancianos, un nuevo punto de testimonio que posteriormente se constituyó en iglesia.

  Además de su labor como anciano de Pinar del Rió y Santapau, y un extenso ministerio en la provincia de Barcelona, colaboró estrechamente con su mentor Don Ernesto Trenchard y el resto del equipo de CEB hasta que éste se trasladó a Madrid en 1964. Su entusiasmo por la Palabra lo ha transmitido a sus alumnos mediante una continuada labor de exposición sencilla, minuciosa y rigurosa de la Escritura. Esta se llevó a cabo en el piso de los Sres. Trenchard en Barcelona, en campamentos de formación bíblica y en infinidad de iglesias tanto de la provincia de Barcelona como del resto de España. Un buen grupo de jóvenes de entonces recordarán los cursos de homilética que impartía los miércoles para la formación de nuevos predicadores.

  El fruto de todo ello es un buen número de líderes y enseñadores, amantes de la Palabra, que desarrollan su ministerio en muchas iglesias de este país y que se consideran discípulos suyos. Su ministerio de predicación fue llevado a cabo sin interrupción hasta bien entrado en los ochenta años de edad.

  Como familia recordamos muchísimas anécdotas de sus viajes, contadas de su boca,  en lugares que entonces eran “lejanos y muy lentos”, como en las cuatro provincias gallegas, destacando las visitas rurales: La Ramallosa, Castiñeiras, Santa Eugenia, Cabañas, Ares, Calvos de Bande, Villar y Soaserra donde el desplazamiento a la capilla se hacía por caminos de carro embarrados e iluminándose con antorchas de tea.

  También recibieron sus visitas las iglesias en Madrid y sus conferencias anuales en c. Trafalgar, Valladolid, Soria, Cartagena, Archena y Águilas (Murcia), Ávila, Huelva, Sevilla, Islas Canarias y un amplio etc.

  Puntualmente tuvo la oportunidad de salir al extranjero, recordando su visita a Poggio Ubertini (Italia).

  Antes de perder la facultad de hablar nos decía a los hijos…”cuantas cosas!!…cuántas cosas!!” haciendo una clara alusión a las numerosas experiencias vividas.

  Además de lo dicho hasta aquí cabe mencionar su participación en otros ministerios relacionados también con la Palabra. Poco dado a escribir, no obstante, en 1944 fue uno de los fundadores de la revista El Camino que precedería a la actual Edificación Cristiana. Así mismo, en 1953 se creó el Comité Nacional de la Unión Bíblica, cuyo objetivo es la difusión y el estudio de la Biblia, del cual Fernando Pujol fue miembro.

  Aunque él a buen seguro no osaría admitirlo, cuadran con Fernando las palabras del apóstol Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Tim 4:7). De todas maneras aceptaría tan sólo por la gracia las que siguen y que pueden hacerse extensivas a los lectores de esta reseña: “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (vers. 8).   


                        Daniel Pujol Fernández i familia


Barcelona, 28 de Noviembre 2013

BIENVENIDA.html

FERNANDO PUJOL ROSELL

OBREROSOBREROS.html
INICIOBIENVENIDA.html

D. Fernando Pujol pasó el 25 de Noviembre de 2.013 a la presencia del Señor