Desde mi niñez conservé un sentimiento misionero impresionado por los relatos de mis padres, y otros, referentes al ministerio de mi abuelo Juan Bibiloni, en las Islas Baleares, donde yo nací.

    Posteriormente, desarrollé mi juventud en Galicia (Vigo) al lado del maestro en la Palabra D. Edmundo Woodford.

    Pronto me sentí muy comprometido dentro de un amplio y variado ministerio, especialmente entre la juventud.

    Estando ya casado con Eunice Woodford, ambos sentimos la necesidad de dedicarnos a pleno tiempo al servicio del Señor, en el cual ya nos encontrábamos. Así lo hicimos en Abril de 1958.

    Interpretando el Nuevo Testamento y discerniendo las circunstancias dentro del panorama general de la Obra del Señor, ambos comprendimos la gran necesidad:

1.- De la extensión de la Obra en general, el mantenimiento de contactos, reuniones caseras, etc. con miras a establecer nuevos puntos de testimonio (iglesias); cuya aspiración bíblica el Señor nos la concedió.

2.- De la enseñanza, formación y consolidación bíblica dentro del pueblo de Dios, adiestrando y facilitando el desarrollo de los «dones» en la dinámica de las diferentes áreas de trabajo, como las de las iglesias locales, encuentros, campamentos, retiros, evangelización, etc.

    Después de tan variado y prolongado ministerio con una visión de España, a cuyo campo fuimos encomendados bajo la dirección del Señor, y con mayor intensidad en algunas comarcas de Galicia, he comprendido la conveniencia bíblica de un replanteamiento de mi ministerio - examinado delante del Señor por mucho tiempo - renovando la visión frente a las necesidades más perentorias de su Obra y a las que Él me permita atender antes de su Venida o mi partida con El. Alguien me dijo: «Alvaro, conviene que veamos bien como invertimos los últimos cartuchos que nos quedan».

    Nuestra residencia actual en Vigo, es con carácter provisional, manteniendo todavía y a la vez, la anterior de Riveira.

    El Señor me concedió 8 hijos con mi primera esposa Eunice, la que antes que el Señor se la llevará impactó poderosamente en todos ellos, los cuales y de alguna manera todos se hayan comprometidos en el servicio del Señor.

    Por otra parte, de mi segunda esposa Aurora, tengo tres hijos, los cuales guardan mucha reverencia tocante a su fe en el Señor y sobre todo frente a su Palabra; sin que nos falte la natural preocupación.

    Nuestro hogar y ministerio sigue dependiendo de los recursos del Señor, a quien nos debemos.